miércoles, 6 de octubre de 2010

Fray Luis de León

¡Qué descansada la vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido.
Un escape. Un locus amoenus:  lugar idealizado. Una ansiada soledad. Un deseo espiritual. Un beatus ille: bendito aquel. Todo esto encontramos en estos versos y en muchos otros de este poeta de la segunda etapa del renacimiento.
Lanzando algunos temas biográficos al aire podemos decir que Fray Luis de León perteneció a la orden de los agustinos, fue encarcelado por traducir la biblia a la lengua vulgar, fue inspiración para otros grandes poetas como San Juan de la Cruz, tiene odas extraordinarias que reflejan su espiritualidad y conocimeinto de las ciencias y, finalmente, la muerte lo sorprendió mientras preparaba una biografía de Santa Teresa de Jesús.
del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto
En su poesía encontramos una necesidad de escape de lo material y terrenal, una creciente ansiedad de encontrarse con Dios, con lo alto, con lo espiritual. En estos versos observamos la naturaleza, inspiración máxima del renacimiento, el locus amoenus con su primavera y su exaltación de los paisajes.
En cuanto a su estructura, cada estrofa está formada por cinco versos, con rima persistente de: ABABB. Usa heptasílabos y endecasílabos. A diferencia de San Juan de la Cruz tiene un lenguaje directo y claro. Su poesía, a pesar de tener el sobresalto del sentimiento, es más lineal y suave.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insaciable
del peligroso mando
tendido yo a la sombra esté cantando
Fray Luis de León se recocija en estos versos al considerarse privilegiado bajo el resguardo de Dios: Tendido yo a la sombra esté cantando. En muchas de las estrofas de este poeta encontramos metáforas de la naturaleza que refieren a lo religioso. El sentimiento que reina en sus estrofas varía entre la tristeza proveniente del abandono y el olvido de Dios, y la dicha de sentirlo a través de la naturaleza.
Esta oda llamada “Vida retirada” es el reflejo de aquel ideal renacentista de desprendimiento de lo terrenal, de búsqueda de lo espiritual y lo elevado.

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