martes, 28 de septiembre de 2010

Otro poeta enamorado del renacimiento: Gutierre Cetina.

Este cancionero y poeta enamorado nos hace encarnar con sus versos las pasiones más desatadas. De nuevo ubicados en el siglo de oro español, nos sumergimos en los madrigales y sonetos de Cetina.
Cetina fue un poeta español del renacimiento. Era de familia noble. Vivió en Italia por mucho tiempo y fue soldado de Carlos I, de ahí podemos deducir que las raíces de su prosa tenían gran influencia Petrarquista. Cetina adoptó el sobrenombre de Vandalio.
Uno de sus más famosos madrigales fue dedicado a una bella dama llamada Laura Gonzaga:
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?

Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquél que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.

¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

Estas palabras nos traen un sentimiento de resignación amorosa, de devoción. El lenguaje tiene musicalidad, los versos fluyen y tienen un ritmo que es suave al paladar.
Cetina volvió a España y después realizó la aventura americana viajando a México con su tío Gonzalo López. Se dice que en México encontró un nuevo amor. Sin embargo, ahí también encontró su muerte. Fue herido de muerte por un enemigo en Puebla de los Ángeles.
Los sonetos de Cetina reflejan el alma romántica del poeta. Él estaba enamorado del amor. Éstos son los últimos versos de uno de sus sonetos:
'Aquí yace un pastor que amó viviendo;
murió entregado a Amor con pensamientos
tan altos, que aun muriendo, amar espera'".
Este poeta, en compración con Garcilaso de la Vega, ha sido menos estudiado, pero la importancia que tuvo dentro de la poesía del renacimeinto no puede pasar desapercibida. Citando a Francisco Arias Solís en su artículo La voz inmortalizada en un madrigal”: son muy pocos los que se interesan por los versos de Gutierre de Cetina. Y, sin embargo, sus composiciones poéticas deben figurar entre las más destacadas de su época y, algunas, entre las más avanzadas (Arias, pag 1)
Existe también entre la poesía de Cetina un reflejo de la prosa renacentista en cuanto a la cercanía con la naturaleza, las descripciones suaves del lugar idealizado, del Locus Amoenus.
Como al pastor que en la ardiente hora estiva
la verde sombra, el fresco aire agrada,
y como a la sedienta su manada
alegra alguna fuente de agua viva
En sus sonetos vemos los temas del renaciento y el siglo de oro.  El canto a Dioses (temas religiosos), el amor y el despecho, la pasión, la muerte.  De entre las figuras retóricas que más utiliza está la metáfora y la hipérbole.
Estos últimos versos de Cetina nos dejan con la reflexion de los grandes poetas que dejaron su huella de tinta, incapaz de borrarse a pesar del paso del celoso tiempo.
de mí dirán: «Aquí fue muerto un hombre
que si al cielo llegar negó su suerte,
la vida le faltó, no la osadía.»


jueves, 9 de septiembre de 2010

VERSOS LIBRES AL PÍCARO

Pícaro, maestro del engaño y la astucia

Trasiego, aventura, ingenio de Quevedo

Títere de travesura, miseria y risa



Desventurado y hambriento, rechazas

Lo idealizado, la honra como ridícula farsa

Te acercas al realismo, lo abarcas.



Del agua pasas al vino, degradado

Humor negro, voz cruda y perversa

De amo en amo, niño marginado

Juego de ingenio, mente traviesa



La vista en los bienes materiales

Modismo, populismo y refrán

La parodia a las clases sociales

Género picaresco, sin más.

EL SIGLO DE ORO Y LA PROSA NARRATIVA

Los siglos de oro son sin duda, para la literatura, un objeto de amplio y apasionante estudio. Los siglos XVI y XVI, el renacimiento y el barroco, abarcan un mundo de autores y escritos que han trascendido y conservado su importancia hasta ahora.

El realismo viene a retratar la época, a criticar a la sociedad. Rompe con el exagerado idealismo de las novelas de caballería de la Edad Media, donde el héroe realizaba grandes hazañas persiguiendo un fin noble, y le da un nuevo sentido analítico, crudo y físico a la literatura.

Aparece la Celestina, con su fuerte vocabulario, su sátira, su complejidad y sus temas controversiales. Nace el género picaresco, y con él la burla, la crítica social, el humor negro, el ingenio y el realismo fuerte. Nos cautiva con el íntimo personaje pícaro: el travieso, el astuto, el marginado. Entre las obras más famosas del género picaresco encontramos “El lazarillo de Tormes” y el “Buscón” de Quevedo.

En estas obras de realismo social saltamos de hablar de lo noble a lo vulgar. De los castillos a la calle. A la humanidad de los personajes, a las necesidades físicas, al materialismo. Nos aventuramos por el ingenio agudo de Quevedo, por aquellos inolvidables personajes que por primera vez tienen voz, por las peripecias y las críticas de las clases sociales. La sátira de los personajes de la época se ve a través de los amos del pícaro. Y vemos desfilar toda clase de representantes de la sociedad: ladrones, caballeros, celestinas, hidalgos, barberos, aristócratas y clérigos. Divertidas e irónicas, las novelas picarescas hacen una parodia que nos hace reír y sentir lástima y tristeza a la vez.

Tras las novelas de Caballerías y “El amadis de Gaula” se crean géneros variados, desde la “crónica”, con la conquista y Fray Bartolomé de las Casas, hasta el gran Cervantes y su “Don Quijote de la mancha” y Fernando de Rojas y su “Celestina”.

Grandes obras y grandes autores, todos con distinta perspectiva, con distinto lenguaje y temática, pero todos tan complejos e interesantes que a pesar de los siglos aún nos guardan sorpresas, intrigas y un sentido profundo y crítico de la sociedad a través de la historia.

martes, 7 de septiembre de 2010

Los amos del Lazarillo

A trevés de la divertida lectura del Lazarillo de Tormes observamos algunos amos de Lázaro que retratan la época y además son una crítica directa a la sociedad. Podría decirse, basándose en la extensión del discurso dentro de la obra, que algunos de los más importantes son el ciego, el clérigo y el escudero.

El ciego es sin duda mi favorito. Representa al ciego que “ve”, puesto que tiene otro tipo de ojos que lo hacen conciente de su entorno. El ciego es el que más influye en Lázaro, era lo más cercano a un padre. Lo hace astuto y engañoso. Convierte al Lazarillo en el pícaro. Lazarillo odia y siente resentimiento por el ciego por sus duras enseñanazas, pero Lázaro, el adulto, reconoce a la figura del ciego como su maestro.


El personaje del clérigo hace una crítica a la religión católica. Critica principalmente la gula, la hipocresía y la lujuría. El clérigo es egoísta con los aliementos, se reserva toda la comida para él, sin detenerse a pensar en el hambre del Lazarillo. La gula se ve en su exagerada avaricia por la comida. La hipocresía está relaiconada con toda aquello que predican los clérigos, pero no llevan a la práctica, por ejemplo, la generosidad. La lujuría se observa en el segundo clérigo: el trotaconventos. ¿Qué hay en los conventos? Monjas. ¿Porqué iría de convento en convento? Creo que queda claro.

El escudero es un personaje tan conflictivo que provoca lástima al mismo Lazarillo. El escudero debe mantener la honra con la que nació a toda costa. Aparentar es su vida. A pesar de que no tiene qué llevarse a la boca, debe continuar la farsa y ocultar la pobreza detrás de un disfraz de escudero. Este personaje nos lleva a reflexionar acerca del cinismo social.

Estos amos desempeñan un papel importante en la vida de este personaje pícaro, que asciende en lo materialista y descende en lo idealista.

viernes, 3 de septiembre de 2010

El buscón de Quevedo

De nuevo seguimos las peripecias y aventuras de otro pícaro. Otra vez la primera persona, el personaje astuto y engañoso, las motivaciones aspiracionales, el realismo de clases, el acercamiento a lo material. Sin embargo, estas novelas picarescas se diferencian mucho entre si, desde la perspetiva hasta el lenguaje. Esta vez Quevedo nos muestra una obra llena de humor negro, de profundo significado social, de modismos y populismos, inclusive de frases de doble sentido y perspectiva casi perversa.

Pablos, nuestro pícaro, niega sus raíces (padre barbero y madre bruja) con un deseo agrio de subir en la escala social. Lo vemos con esta frase: “Yo soy otro, y otros son mis pensamientos, más alto pico y más autoridad me importa tener”. Este pícaro lucha por pasar de “Pablo” a “Don Pablos”. Fallidamente. El realismo nos golpea al ver que Pablo, con su prósito de ascender, sólo se lanza en picada. Va desde un criado, un pícaro, hasta un fraude y un violento delincuente. La amargura de las preocupaciones sociales se palpan y se respiran. ¿Qué mejor frase que la última para describir esto que la última para describir esto que digo? Éste es el final, agrio, moralizante, oscuro, resignado, crítico, de la novela: “Nunca mejora su estado quien sólo muda de lugar y no de vida y costumbres”.

La obra nos muestra un escenario bastante vívido de la época. Desfilan muchos personajes típicos, casi estáticos: caballeros, barberos, ladrones, hidalagos, clérigos, celestinas, aristócratas, criados, etc. Nuestro pícaro, con su humor nego, los observa, se ríe de ellos y, con la voz de Quevedo, los critica.

El buscón es sin duda una obra llena de significado. Contiene diversas formas retóricas, juegos de ingenio, risa, sátira, burla, profunda crítica y un contexto realista pero distorcionado hasta la ridiculez.